¿Qué pasa con el Rock and Roll?

“¿Qué pasa con el Rock & Roll?”, te preguntarás al leer el título de este artículo. Pues nada, que hace poco se me ocurrió que podía ser una buena idea hacer una serie de artículos monográficos sobre los ídolos más destacados del Rock & Roll de los años cincuenta. Era una excusa estupenda para escribir sobre una música que amo; y si, de paso, gracias a estos artículos, algún lector descubre algún intérprete que no conocía o propicio su primer encuentro con un estilo musical espontáneo, excitante y macarra como pocos, que supone el principio de la música creada especialmente para jóvenes y el alga azul a partir del cual evolucionan todos los demás géneros, pues mira, sería cojonudo, tú.

Pero empezar hablando de cantantes me parecía iniciar la casa por el tejado. Pensé que sería más provechoso hablar antes un poco de qué es el Rock & Roll; cómo, cuándo y dónde surge y qué supone en la música y en la sociedad. De ahí la razón de escribir este artículo, que no pretende ser exhaustivo porque podría dar para un libro tan gordo como el de Petete. Sólo pretendo contar un poco de qué va la historia, para que os hagáis una idea. 

Vamos con los conceptos básicos: el Rock & Roll surge, simplificando bastante, de la mezcla de Country, Blues y Gospel, pero también con algunas (bastantes) influencias del Swing (los bailes, algunos aspectos instrumentales –p. ej. el uso de los vientos en ciertos temas y autores-…) y de los crooners (estética, personalismo del cantante, fenómeno de las fans…), todo ello en un contexto histórico (los EE.UU. como potencia mundial, la edad de oro del “American way of life”…) y social (racismo y segregación racial, el gueto, la aparición del “teenager” como segmento social y, por consiguiente, como consumidor…) determinados.

Vayamos despacito: podemos ver que en la mezcla hay dos tradiciones muy marcadas y bastante opuestas: la blanca (Country) y la negra (Blues y Gospel). Creo que está claro que no estoy descubriendo aquí el pan con tomate, pero conviene pillar la historia desde el principio. Evidentemente no se trata de que un día haya llegado un tío y haya dicho: “como me aburro de la hostia, voy a mezclar Country, Blues y Gospel, a ver qué pasa, Blasa”. Ni hay que atribuir la paternidad de la criatura a una sola persona, ni fue algo voluntario. Julia Kristeva, en su Teoría de la Intertextualidad, apuntaba que cuando creamos algo, no lo creamos de la nada, sino que siempre “copiamos”, aun sin darnos cuenta, de cosas que ya están inventadas y que forman parte de nuestro acervo cultural, cosas que conocemos y que constituyen nuestras influencias a la hora de crear. Así, los pioneros del Rock & Roll crean un estilo nuevo mezclando otros estilos que conocen y les gustan, unas veces conscientemente y otras sin querer. 

La pregunta que surge es: ¿cómo se da esta mezcla entre lo blanco y lo negro en una sociedad tan racista, clasista y segregada como la América de los cincuenta? Bueno, al ser una sociedad multirracial, aunque segregada, no se podía evitar que hubiese en ocasiones algún contacto, y la música no va a ser una excepción. Si a eso sumamos que la música negra es percibida por muchos blanquitos-ávidos-de-emociones-fuertes como salvaje, ardiente y sexy, esto explica la atracción que provoca en ciertos ambientes. Hay varios precedentes de contactos musicales entre las dos culturas: el ejemplo más claro lo podemos ver en el Swing y el Jazz de los años '30 - '40. Pero esto no va a ser nada comparado con lo que va a suponer para la sociedad yanqui la aparición del Rock & Roll: una patada en los huevos bestial y generalizada que va a llegar a todos los rincones y va a cambiar radicalmente el panorama. El Rock & Roll es revolucionario por los cuatro costados. No sólo se va a tratar de combatir la segregación, sino que además va a convertir la insatisfacción juvenil en revuelta, pero cada cosa a su tiempo. ¿Que exagero? Pues explícame tú por qué el New York Times titula en 1956 “El Rock & Roll es una enfermedad contagiosa”, o por qué el racista Consejo de Ciudadanos Blancos de Alabama declara ese mismo año que “El Rock es un medio para rebajar al hombre blanco al nivel del negro”. Qué pasote, ¿no? 

Pero contemos las cosas desde el principio: como en casi todo lo concerniente a la América moderna, tenemos que remontarnos al Crack del 29. He utilizado la palabra “América” para referirme a los USA (y que no se me enfade ningún amiguete de cualquier otro país del nuevo mundo) porque, aunque no es lo mismo, para el resto del mundo, sobre todo en esta época, sí lo es: el “amigo americano” que nos ayuda a levantar nuestra economía para luego vendernos sus productos e imponernos, de paso, su cultura, que termina siéndonos tan familiar como la nuestra. Esta es la razón por la que el Rock & Roll se extiende tan fácilmente por el planeta como invento genuinamente americano que es. Si lo hubieran inventado en Uzbekistán, ni nos hubiéramos enterado. 

Bien, pues a raíz del Crack del 29 las capas bajas de la sociedad se hunden en la miseria más absoluta y tienen que luchar duramente para no morirse de hambre. Pronto esta clase social es conocida como “white trash” (“basura blanca”, para distinguirla de la “basura negra”) y abocada a vivir en el gueto. Allí es donde negros y blancos (y, por lo tanto, sus respectivas músicas, elemento fundamental de la cultura de un pueblo) entran en contacto. Aunque los miembros adultos de la “white trash” se niegan a aceptar la música negra (no olvidemos que, pese a vivir en la miseria, su conciencia de “raza dominante” aún es fuerte), los jóvenes, habiendo convivido desde pequeños en la calle con los negros, no tienen tantos prejuicios. El Rock & Roll surge, pues, aquí, en el gueto, como música de integración.

Esto es mucho más patente en el Sur, donde hay una mayor segregación y la población negra es más numerosa. Vamos a ver una influencia clara de todo esto en el típico rockero de la primera generación: nacido a mediados de los '30, de extracción social baja y sureño en la mayoría de los casos. 

Pero todo lo que estoy contando no significa que el Rock & Roll sea un invento negro robado por los blancos. La aportación blanca es también fundamental: es la visión que tienen los blancos de la música negra, mezclada con los sonidos tradicionales blancos (Country), lo que crea el nuevo estilo. El Rock & Roll es blanco y negro, al 50% cada uno. 

Ya a principios de los '50 hay grupos que hacen Rock & Roll, aunque todavía no se llama así. Paralelamente, hay personas que se dan cuenta de la atracción que causa la música negra entre los blancos y el filón que esto constituye. La música negra era más explícita sexualmente que la blanca tanto en las letras como en los ritmos y esto le concedía un atractivo irresistible. Este interés de los blancos por los ritmos del gueto era comúnmente satisfecho por medio de grabaciones muy suavizadas de temas negros por artistas blancos sosísimos y babosos. Esto va a cambiar: varios disc-jockeys han captado ya la movida, entre ellos Alan Freed, locutor de Cleveland que descubre las posibilidades de los sonidos negros entre el público blanco y juvenil y se dedica a pinchar sin parar el nuevo estilo. Más tarde querrá atribuirse el invento, el muy fantasma, pero lo que no se puede negar es que su papel como difusor del Rock & Roll fue muy importante. 

Otros que se han dado cuenta del tema son algunos propietarios de sellos independientes (muy especialmente Sam Philips, dueño de Sun Records, que, como sabéis, descubrió a Elvis, a Jerry Lee Lewis, a Carl Perkins y a muchos otros), que inmediatamente se ponen manos a la obra, inaugurando un ciclo que se repetirá en todos los estilos de la música hecha para jóvenes: la iniciativa es de los sellos pequeños, que van por delante de las modas, de los que copian las multinacionales cuando ven, cuate, que aquí hay tomate; a su vez, cuando las multinacionales se hacen con el control de la movida, como suelen pervertirla creando un sucedáneo más flojo, surge una reacción y se repite el ciclo. Porque todos los movimientos del Rock (entendido aquí en sentido amplio) surgen en la calle y van de ésta a las multinacionales, de abajo arriba. Las multinacionales no se arriesgan: muerden cuando ven que funciona. 

Hacia esta época (principios-mediados de los cincuenta) la nueva música ya se llama “Rock & Roll” (“mecer y rodar”, claras connotaciones sexuales). Alan Freed dice que el nombre es suyo, pero yo no sé qué pensar.
Vamos con el otro factor social importante en el nacimiento del Rock & Roll: la aparición del teenager (adolescente) como segmento social diferenciado. Antes de los años cincuenta, ser adolescente era un coñazo; una fase previa a la edad adulta que todos querían pasar cuanto antes para disfrutar de las ventajas de ser mayor e independiente. Pero en los años cincuenta, época de bonanza económica y edad de oro del “American way of life”, la cosa cambia. La economía va mejor que nunca, lo que hace que haya trabajo de sobra y facilita el acceso de los adolescentes al mercado laboral. La misma bonanza económica permite la subida de los salarios y los adolescentes se encuentran, de repente, ganando una pasta gansa. Si al money le sumamos juventud para disfrutarlo, obtenemos que ser adolescente en esta época era la leche. En EE.UU. se puede obtener permiso de conducir desde los dieciséis tacos, y como el problema no son las pelas, pues los jóvenes tienen buga, y con él pueden disfrutar de la velocidad y de la independencia… y también del sexo. Con todos estos elementos está servido el conflicto generacional. “Yo, a tu edad, tal y tal y tal y tal…”. Pues vale, si tú lo dices. Porque, pese a ser la hostia, a los jóvenes de los cincuenta les siguen tratando como a críos y les intentan decir lo que tienen que hacer, pero a ellos nadie les pide opinión. 

Y ellos no han estado en la guerra, ni están de acuerdo con el mundo que sus padres les quieren dejar en herencia. Quieren hacerse su propio mundo a su medida. Una de las primeras manifestaciones de la insatisfacción adolescente había sido la aparición de la delincuencia juvenil a finales de los cuarenta. En los cincuenta esta insatisfacción ya se ve reflejada en la literatura y, sobre todo, en el cine (recordemos “Rebelde sin causa”, “Semilla de maldad”…). Cuando aparece el Rock & Roll, es inmediatamente adoptado como himno de batalla por la juventud. Un claro ejemplo: “Rock around the clock”, de Bill Haley & His Comets, es incluido en la banda sonora de “Semilla de maldad”. Cuando los jóvenes que han ido a ver la peli la oyen, se levantan y se ponen a bailar como locos en los cines. En varios, incluso, arrancan las butacas del suelo para tener más sitio. En algunos lugares hay hospitalizados por golpearse a sí mismos contra los asientos. En una ciudad, un grupo de jóvenes arrasa el cine y sale a la calle a seguir con el destrozo. El Rock & Roll obtiene fama de incitar la violencia y, cosa de esperar en la puritana Norteamérica, se le llega a considerar como “la música del Diablo”.

El esquema clásico del Rock & Roll está basado en guitarra, contrabajo, batería y voz. El cantante pone la voz, pero también el careto, ya que la imagen cobra una enorme importancia. No olvidemos que en esta época estamos en la etapa dorada de Hollywood, de las revistas ilustradas y de la consolidación de la TV como medio de comunicación de masas. El rockero adopta una pose arrogante, rebelde y desafiante. También los directos tienen gran importancia: fiestorros, conciertos… Ya conoces el dicho: la verdad del Rock & Roll está en el directo. 

La primera estrella del Rock, considerada ya como tal, es Bill Haley. Pero lo que pone todo patas arriba es la aparición de Elvis Presley. El Pelvis va a servir de catalizador, de rompehielos, para terminar de expandir el Rock & Roll por todas partes. Gracias a esto aparecen nuevas estrellas, nuevos ídolos: Jerry Lee Lewis, Carl Perkins, Eddie Cochran, Gene Vincent, Johnny Burnette y muchos más. El Rock & Roll va a enriquecerse y a englobar, como nombre genérico, a muchos otros estilos más o menos diferenciados del sonido original, pero pertenecientes a la misma escena: Rockabilly, Doo-wop, New Orleans, Teen Idols, Girls Groups, en continua evolución hasta nuestros días. También va a influir en muchos otros estilos. El río de la música juvenil que se inició así, continua hoy, imparable, su camino. Porque esta historia no se ha acabado, ni mucho menos. Keep on Rockin', baby. 

Roberto Blanco Tomás
Publicado en la revista electrónica "cuantoyporquetanto" en 2001.

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